Pido perdón al público,
a las musas, a Dios.
Por
La melodía que tarareé y no grabé,
por aquella canción que envié
a la papelera de reciclaje y que nunca volvió.
Perdón por las barras escritas que no compartí
por creer que todo estaba dicho.
(Bueno, es que todo está dicho,
pero yo no he dicho todo)
Perdón por subestimar el poder
de las ideas inocentes.
Perdón por sobrepensar.
Perdón por la autocrítica malintencionada.
Perdón por no darle la oportunidad a ciertas ideas
de salir a medirse en la opinión.
Perdón por las excusas y el academicismo disimulado.
Perdón por haber matado la belleza antes de nacer.