Por la alta plaza y en la calle estrecha,
sobre adoquines que cubren la mar;
con este viento de poniente
soplandome inquieto al pasar.
En las obras, esqueléticas y desnudas,
por verdes parques al cruzar;
en la fértil piedra que perdura
como vieja guardia del lugar.
En mis pensamientos más profundos,
en mi mente cuerda y delirante,
por mi amor jinete que vuela
y en mi corazón palpitante.
En la zancada de cada paso;
prisionero de ti a cada instante,
en cada resquicio del alma
con mi trasiego caminante.
A la temprana mañana de rocío,
te hago mi promesa primera,
y se arrastra mi terco delirio
a cada tarde de primavera..
Te despeinan los vientos
que también pasan por mi vera,
calmando con tu locura
la impaciencia del que espera.
Yo te envuelvo tan adentro, vida mía,
como la raíz profunda ciñe al olivo;
como el vendaval se bebe a la tierra
o como el amor con el que vivo.
En esta calmada mar, en sus hondas,
en este puerto furtivo,
invisible te veo pasar
y evidente yo me desvivo...