Ben-.

Decirlo ahora-.

 

Es justo decir, ahora,

que debo tanto, a tantos cuerpos

en soledad amados, en soledad, despreciados,

tantos, que impulsaron mi vida,

lo mismo que mi muerte, hacia un precipicio

y un cansancio,

congénitos, naturales.

Ese instinto de supervivencia

en ellos quedó multiplicado,

no así, en su entrañas recónditas.

Justo es decir que viví recordando,

sin recuerdos exactamente.

Viví la obsolescencia de mi cuerpo

de mi juventud, sólo por motivos

estrictamente funerarios: no supe

comerme los últimos tragos de la

destilación.

Pero mañana, ya es otro día,

y ya olvidamos, y ya olvidemos

todo-.©