Torajiro

Carta a un ladrón

Buenas, caballero:

No pienso presentarme

Y no guardo ningún interés en conocerlo,

No considere esto una carta de despecho,

Pues sepa que soy justo y comprendo mejor que nadie lo que debe sentir por ella,

Solo le escribo para que sepa a quien debe agradecer su felicidad,

Pues fueron mis fracasos lo que provocaron que ella se marchase de la Mancha a Bilbao.

Le elogio por haber conseguido en pocos meses lo que yo jamás conseguí en diez años.

Gracias a mi torpeza para enamorarla,

ahora ella sueña en su almohada.

Piense que, si yo no hubiera fracasado en enamorarla, ella ahora sería mía.

Y no se atreva a pensar que usted la ama más que yo,

Porque  a pesar de que les aguarda una vida juntos por delante,

Yo moriré algún día lejano aún suspirando por ella.

 

Hágase cargo de que se hace cargo de la mujer de mi vida,

Considérese el hombre más afortunado del mundo,

Siéntase dichoso de levantarse cada mañana junto a esa sonrisa tan llena de luz,

De poder besar y acariciar esos lunares tan suyos,

De ser el elegido para conocer sus deseos más recónditos,

También deberá lidiar con su carácter y sus defectos,

Pero si la ama de verdad, usted sabrá que sus imperfecciones son lo que la hace perfecta.

Nada más por mi parte, caballero.

Solo espero que nuestros caminos nunca se crucen,

No tengo ningún interés en estrechar la mano de quien ha tocado mi sueño llevándose su inocencia.

Cuídela,

y olviden que en la mancha queda un hombre herido por su amor