Sztenko

Mi estimada

Mi estimada 

he aquí nuevamente pensándola

con la soledad y la noche

que dan fe de lo que aquí le escribo.

 

Recordando aquellas

apasionadas charlas,

donde le dedicaba

noches y días a seducirla,

tratando de enamorarla.

 

Pero su corazón late por otro,

no soy yo quien le roba el aliento

ni el que la desvela en las madrugadas,

tampoco el que la hace estremecer de placer.

 

Créame si le digo que siento envidia

de que aquel tipo, vaya dichoso que los es,

que bebió y aun bebe el amor más puro

directo de tus labios.

 

Discúlpeme mi estimada,

mi sentir es tan egoísta,

cuando usted lo tiene todo por perder

en cambio, a mí no me queda nada,

mas que mis locuras embargadas

y mi pésimo oficio de amante.

 

Hablamos a corazón abierto

exhibiendo nuestras almas

con todas sus virtudes y defectos,

no maquillamos palabras

eran versos sentidos

cargados de fuertes emociones.

 

Tantas veces la soñé

reposando en mi pecho,

erizándome la piel

al más mínimo susurro.

 

Cuantas historias comenzamos

y dejamos inconclusas,

contuvimos tantos besos

que se volvieron un abismo.

 

Bastaba con mirarnos

para arder en la lujuria,

y por no sucumbir al deseo

optamos por refugiarnos en el silencio.

 

Lejos quedaron

aquellos besos y caricias,

aquellas noches de amor

que pintamos en poemas.

 

Será nuestra duda eterna

guardada para siempre

en nuestras retinas,

de todo lo que pudo ser

y jamás fue.