Dejad que hablen nuestros versos
todos en un mismo idioma
y que vuelen cual paloma
por distintos universos.
Aunque sean tan diversos
en métricas y estructura
en sentimiento y figura
cada verso es un tesoro.
Valen mucho más que el oro
cuando es grata su lectura.
Cuando es grata su lectura
ya no importa procedencia
pergaminos o experiencia
que evidencien su cultura.
Pues el verso que perdura
no siempre es el más leído
no depende de apellido
y la fama no es su meta.
Une a lector y a poeta,
dos en un solo latido.
Dos en un solo latido
compartiendo un sentimiento
con distinto pensamiento
entrelazan lo vivido.
Sin haberse conocido
el que escribe y el lector
sienten ambos el fervor
que hace que la letra vibre
si es clásica... o si es libre
no atenúa su fulgor.
D.R.