Rodrigo Siliceo-Valdivia

¡Vaya!

Vaya que tenemos mucho para regalar:
tenemos la voz para alentar,
el pecho para consolar,
tenemos los ojos y los oídos para poder empatizar,
las piernas para acompañar,
tenemos el rostro para sonreír,
el pensamiento y las manos para ayudar…
¡Y tenemos el corazón para orar!