Mauro Enrique Lopez Z.

Tarde gris

Esa tarde gris, que era el adiós para 

los dos; 

tú querías verme llorar.

 me quedé asombrado, porque lo hiciste 

tú.

 Yo te amaba con todo el corazón, 

pero tú lo quisiste así.

No te rogué; para qué hacerlo si no tienes amor 

para mí.

En vano es rogar, eso es hacer 

sufrir mi corazón; por eso no habrá 

llanto, y que reine el amor en mí 

igualmente son mis deseo para vos.