Omar Flores

Sumergidos

Mis ojos fueron dueños de tu dulce preciosidad, mis manos por momentos aún pueden sentirte, mis labios perciben tu aliento y mi cuerpo se vuelve tan cálido como si me estuvieras abrazando. El cúmulo de mis sentidos son testigos de cada parte de ti. Ahora yaces sumergida en el profundo océano de eternidad; bajo oscuridad perpetua como un fantasma y te visito cuando me pongo a flotar en la inmensidad del mar sobre un antiguo barco, acostado en la cubierta, abrigado por la noche, recordándote, viéndote cada vez un poco más. Cierro los ojos, comienza a brotar la calidad de tu mirada: dulce y misericordiosa estela de luz que induce al hipnotismo. Reverdece tu aroma y puedo sentir que estás aquí. Abro los ojos, pero no es igual, la vida duele sin ti y solo al cerrar la mirada puedo observarte con mayor claridad. Ahora tomas mi mano y fragmentos de ti aparecen como destellos fugaces, la noche comienza a desaparecer...

 

Me invade el frío y me voy sumergiendo para volar, la música suena cercana, tenue, ya no tengo miedo porque me acercas a ti, entonces siento de nuevo tu calor, el palpitar en tu pecho sumergido y nos fundimos abrazados en un beso sin tiempo. Abro los ojos y se manifiesta una nueva realidad donde estoy contigo. Desperté en un sueño del que ya no quise regresar, ya pertenezco a tu mundo, abandoné lo tangible, me incorporé a la eternidad donde existes y me obsequias la seguridad de permanecer a tu lado, volando. Ya no tenía fuerzas para seguir extrañandote, para recordarte porque moría sin ti, pero ahora estoy contigo por siempre donde me amas y te amo sin tiempo, sin edad, en el mismo lugar y ahora con un toque de eternidad.