Hormigas a borbotones
se han metido en mi cerebro
yo que era tan ruidosa
me he vuelto una mujer mustia
con las alas cortadas
Nunca deje de abogar
por el regreso
de todo aquello que un día
fue mi gargantilla de impulsos
incluyendo la luz de las farolas
a pesar de las mazmorras
y los bastonazos a mansalva
Y todo porque mi voz
se alzó hasta romper el infinito
en una calle repleta de criterio
detrás de una reja
o en mi propia habitación
donde se amontonan
mis papeles roídos
Nunca me baje del pedestal
ni baje el sable
con el objetivo de flagelar al celador
con su crueldad tatuada en el rostro
y en las manos
Qué será de mi
me pregunto de rodillas
y me contesta la nada
repleta de un tiempo sin creencia
Que serán de mis días
azules, blancos, amarillos y negros
de los verbos y las palabras asonantes
que me bautizaban de cursi
Nunca nadie
se atrevió a mirarme por dentro
nadie noto la blancura de mi fondo
Por eso hoy solo ven
mi piel engarrotada
la gelidez perdida
y el corazón como una estopa
Aun así, aleteo entre los improsultos
hasta desvanecerme en mi tálamo
lleno de mordidas imborrables
El sueño pasó a ser
una tómbola discreta
entre el murmullo y la paranoia
del quizás o el tal vez
que pulula en mi silencio.