Tierra que apátrida eres,
Tú que me oyes cantar,
Aquí sediento de sangre,
Vengo a claudicar.
Deserto de la guerra,
Del dolor y del oído.
Dejo mi pistola afuera,
No quiero más rencor ni ruido.
Abandono la batalla,
Del oído y del clamor.
Alejándome así de las luchas
Y las clases con fervor.
Adelanto mi suspenso,
Dimisión y mi más alto sentido;
Para dejar aquí el nido,
Y abandonar mi ofensiva,
Y hacer caso a la misiva,
De que abandone la contienda.