Rosita de Mendoza

Por las mariposas en la panza

Juré que jamás volvería al amor

y esa mañana de primavera en la montaña

cuando bajábamos de aquella oscura cueva

y me tendiste tu mano tibia y segura

y me perdí en el cielo de tus ojos

y me olvidé de todos mis sentenciosos juramentos

y me quebré de la emoción

y no supe si era valentía o estupidez

y ofrendé otra vez mi corazón

Supe que aunque sea una sonrisa

una sola para mí

otro día cualquiera

le iba a robar a tu boca

Entonces comprendí que amar es mi destino

y que bien vale la pena

por las mariposas en la panza

pasar por la adrenalina del miedo 

porque a estas alturas de la vida

ambos sabemos que no existe la felicidad sin dolor.