Juan Manuel Hernández.

UN CAFÉ CON TU NOMBRE

UN CAFÉ CON TU NOMBRE.

 

Esta mañana
Quise tomarme un café con tu nombre.
Y aunque sea con tu ausencia, celebrar.
Y al verlo al frente, y estar tan solo.
Sólo.
Empecé a llorar.

Empecé a llorar con mi silencio,
Abrumado quizás por la soledad.
Me dolió más, no controlar mis lágrimas
Que el mismo recuerdo que las provocan.
No pude contenerme
Y por alguna extraña razón, 
Tampoco lo quise.

Cada año es igual
Cada día, cada mes.
Si tan solo te hubieses llevado un móvil de contacto.
Podría quizás saber si estás bien.
Escuchar tu voz, volverte a ver.
Si tan solo supiese si al igual que a mí.
También te duele el olvido.

Miré mi café,
Y no pude parar de llorar.
Y de inmediato, casi sin pensarlo.
Empecé a escribir estas líneas
Sin preocuparme por rimas o métrica.
Sin cuidar si cometía algún error o no.
Sólo, escribirte.
Recordarte.
Y sentir como rompes el silencio que provoca mi soledad.

Prometí hace un tiempo
No escribir desde lo que siento.
No recitar mi emoción real.
Pero, cada vez que te escribo
No lo logro, solo habla aquel niño que dejaste un día.

Hoy, te habla aquel niño ingenuo
Aquel que nunca supo leer tu mirada.
Aquel, que sin quererlo, jamás se despidió.

Si tan solo el reloj hubiese parado.
Hubieses visto lo mucho que nos quedó de ti.
Aquella obsesión, por esa Italia que tanto amaste.
El temperamento  fuerte que siempre mostraste.

Si el reloj no hubiese marcado las seis.
Hubieses visto más tiempo ese retrato de antaño.
Aquel que hiciste de una pequeña fotografía.
Y que, de manera inconsciente.
Recordaba cada día, que aún sentían amor.

Hoy me tomo un café con tu nombre.
Y siento que a mi lado estás tú.
Sonriente
Pero es solo la idea de una filosofía incierta.
O quizás, la necesidad de justo en este momento.
Sentir tu fuerte abrazo
Escuchar tu voz de aliento.

Y si eso fuese real.
Estoy seguro que tú si sabrías que hacer.
Pero yo no.
Yo ya no sé
Mi luz permanece apagada y aún no termino mi café.

Quise escribir tu nombre
No solo en este café
Sino en este verso.
Pero no puedo hacerlo
El pulso me tiembla al intentarlo.
Porque sé que hoy siento nostalgia.
Pero mañana, una vez más, lloraré.

Lloraré por distintas razones.
Lloraré porque el tiempo me recuerda tu ausencia.
Porque me recuerda que signo siendo el niño que te vio partir.
Que no te dijo adiós.
Y que no te tiene aquí.

Mientras tanto.
Con el último sorbo de un café ya helado por el tiempo.
Y unas páginas húmedas por el llanto de un recuerdo.
Celebro tu vida, en tu ausencia.
Y quizás mañana llore tu partida.

Porque el mayor deseo de aquel niño de once.
Se marchó, precisamente, aquel doble once.
Donde murió un anhelo.
Que llevo en pecho, Juan, desde entonces...

 

Juan Manuel Hernández.