Meditación de un alma de flor
Si en el silencio de la pradera
de estrellas azules
calla mi voz,
es que la azucena de mi alma
a la soledad se abre
cual fontana de luz.
Con un suspiro
que la eternidad me regala,
las penas del mundo exhalo.
Mi cáliz guarda la sinfonía
de la noche misteriosa y se abre
al tenue resplandor de la luna.
En la profunda oscuridad de mis ojos
sus plateados rayos duermen
trocando las aguas de mi melancolía
en un néctar dorado y melodioso,
en el vuelo de una mariposa
que anuncia
el silencio de esta flor.
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