Creo en los amores, esos que crecen del sudor mutuo, de las manos sujetando otras manos.
Esos que se construyen cuando sale el sol de cada día, en los roces y conflictos de lo cotidiano.
Creo en los amores que no se acomodan en la rutina, que son nuevos con cada atardecer y con cada beso son diferentes sin perder la intensidad de los primeros encuentros.
Creo en los amores que no se estancan, esos que fluyen con el ritmo de la vida y a veces tienen que fluir en su contra, para sobrevivir.
Creo en los amores que un día fueron miradas y encuentros furtivos,
mas hoy, son almas entrelazadas y corazones a un solo latido.
Creo en los amores de a pie, los de esquina, los de bajo presupuesto, los de libros y poemas, los que saben que el dinero es solo un acompañante, no el protagonista.
Creo en los amores cómplices, los de miles de detalles, echos con pétalos de rosas, los amores de silencios oportunos, los de palabras adecuadas, los que convierten la adversidad en oportunidad y el hoy en un mañana para dos.
Esa es la clase de amor en la que creo, el amor que existe entre ustedes dos.