Siempre mato de hambre a mis esperanzas,
dejarlas vivas puede doler
y doler mucho,
ya conozco cada detalle de las cicatrices que me dejaron.
No supe nunca acostumbrarme a resignarme,
estaré en la línea de fuego si la guerra me ofrece garantías,
pero no me arriesgaré a quemarme parcialmente
con una llama insuficiente.
Por eso digo que no te espero,
no esperes que te espere,
no me esperes.