Anton C. Faya

𝗧 𝗥 𝗢 𝗣 𝗜 𝗘 𝗭 𝗢 𝗦.

 

TROPIEZOS

 

No escuche al viejo dragón,  
que con sus heridas me ofrecía enseñanzas.
No entendí los susurros del viento
cuando soplaba fresco de esperanza.

No estuve, no quise, no elegí
los sitios donde se respira paz,
los espacios donde se descansa en calma.

No reconocí mi miedo 
me creí por costumbre  un error furioso.

Concebí mis rumbos
en anémicos dictados de la mirada del ojo.

Y después de tanto tropezar
comprendí al fin que el universo
le habla al corazón el lenguaje del espíritu.

Pistas. Silenciosos mensajes de vida...

Anton.