Jesús Oscar Ugalde

La vida

Me entrego a tus placeres,

carnales o severos,

a tus riveras ansiosas,

a tus cuencas hambrientas,

a tus trazos dibujados en todos mis rincones,

a los designios dictados en los albores.

 

Acudes al unísono de mis clamores,

de placer doloroso,

al exhalante brillo de mis ancestros,

y su odisea,

en el limo oxidado por los arpones del astro rey.

 

Mientras escribo mi nombre,

con la tinta del tiempo,

me he visto taciturno experimentándote,

y tus dolores me han dado fuerza indeleble,

no desvanece ante los nuevos horizontes,

de dificultad en vías de regios trenes.

 

Bendita y fausta suerte de la vida,

aun si última grieta es su final,

no como tantos que la inmortalidad les bendice:

nunca vinieron a vivir.