J.K.

Romance, arena y olas de mar : 102.4 FM

Es complicado cambiar de emisora
cuando la música suena a deshora
y la melancolía se vuelve sonora,
¡El transistor suele perder la señal!
O la apatía se ha vuelto habitual,
o todavía no ha aceptado el ritual
de ver mi anhelo mordiendo el sedal
cuando tu recuerdo le tira el anzuelo
y es capturado nadando en el suelo,
a contracorriente de ese riachuelo,
vistiendo de soledad su desvelo,
velo de tinta que cae de un caudal.
De esa corriente emanada del lagrimal
que en su bajada nos dedica un recital
transformando el sollozo en manantial
en el que bailan embriagados peces.
Los mismos me clavan escamas las veces
que tras un recuerdo en la cama apareces
y entre tus labios mi universo meces
creando energía de un dolor intenso.

 

Que simpatía la tuya, ahora que pienso
por visitar paisaje de frío tan denso
y acompañarme en este turbio descenso
por un abismo repleto de negras amapolas.
En la caída me baño en constantes olas
de una marea que rabia al ver tu aureola
y se serena al caer en la carambola
de saber que solo es luz de una lejana farola
que da un poco de vida a un lúgubre puerto.


Voy nadando a braza y con acierto,
me acerco a la orilla que he descubierto,
aunque mas que orilla es un gran desierto...

 

Al pisar arena, ahora que recuerdo,
esto fue un jardín hasta que lo miró un tuerto
e hizo que olvidara en estío mi huerto,
dejando marchitar un oasis sediento
y al entrar un ocre otoño todo quedó muerto.

 

Forzado estoy a observar la migración de aves
y entre su revoloteo yo no sé si sabes,
se oye una vieja radio sonando sin graves,
repitiendo una canción, ocultando claves
de sol a una partitura con tono otoñal.
Oír ese ritmo ya se ha vuelto habitual,
igual que la caída de hojas del robledal
o el sintonizar tu frecuencia en el dial
de la radio en la que suena IMISSYOU FM