La tarde que te fuiste, sentí que te quería,
mirando tu figura perderse en el trigal;
oyendo desde lejos, tu voz que me decía:
Perdiste de mis besos, su miel tan especial.
Y supe sin quererlo, que fue por cobardía,
que nunca yo te dije mi amor tan pasional;
y nunca tu expresaste, que el fuego consumía
las fibras de tu cuerpo, perfecto y tan sensual.
Ahora estoy pensando, la forma de olvidarme
de aquel amor silente, que nunca floreció,
y tu, quizás con otro, preciosa haz de brillar.
Y pienso que en tus sueños, podrías recordarme,
igual que se recuerda tormenta que pasó,
dejando fuerte huella, difícil de olvidar.
Autor: Aníbal Rodríguez.