Fátima Aranda

Un sentir de inexistencia

Mis sentidos van perdiendo percepción

de lo tangible para adaptarse a tu ausencia.

Cambian, mutan, se transforman,

se abstraen a lo incorpóreo, incierto

de tu imaginada esencia,

en una dimensión impalpable

donde continúa existiendo inabarcable,

casi inapreciable, quieta.

Verte a través de unos ojos ingeniados

que, por ansiosos, te inventan.

Te huelo en el hálito que trae los efluvios

de un aroma parido en esta cabeza

que gira al hilo de un viento

que con su soplo te airea.

Mi tacto se ha vuelto etéreo,

vaporoso, liviano, sutil y vuela

trayendo tu roce a unos dedos 

que te recorren expertos

desoyendo la tristeza

gris, doliente e injusta

que tu ingrávida carencia deja.

Tu voz viene envuelta en un halo

que el amanecer platea y 

la susurra en las hojas 

que el bochorno amarillea.

Sabes a la sal de un mar que te toca, 

te mece, te balancea.

Noto el dejo de tu pelo en olas

que contonea.

Eras piel y ahora,

tan sólo un límpido recuerdo

que huye con la marea.

Te irás memoria, soñado, 

como se fue tu presencia.

He ajustado mis sentidos a la nada

que me queda,

sólo advierten tu intocable,

inmaterial sentir de inexistencia.

Luz De Gas