Al recordar esos días de neblina que permanecen en mi memoria, al saber que su sombra me persigue, aquella sonrisa tan suya, tan cálida y esa mirada sincera, sin saber que ella había cambiado algo en mi, me hizo mejor y en el momento de nuestra despedida no le pude decir adiós, quizás ese sea uno de los motivos por los cuales aún la revivo en mi memoria, donde su recuerdo sigue intacto.
Aquellas tardes donde solo se me acercaba y estiraba sus brazos esperando que yo lo hiciera también y así recibir un abrazo de algo que aún no podíamos hablar, cuando quería solo estar en silencio y mirar el pequeño mundo que teníamos, cuando solo quería que sus sueños en mis brazos fuesen mecidos.
Cuando era mía, cuando esa pequeña parte de felicidad tenía un nombre.
Es jodido saber que te llevó en la sangre y no te puedo abrazar.
Pero hasta el día de mi muerte estaré pensando en ti y si hay una vida más allá, en esa vida no te dejaré caer al abismo, estaré contigo y te guíare por el camino, dibujare un mundo donde no nos duelan los latidos y así serás siempre mi pequeña hermana que al cielo le escribo.