Vivo en un país que se autodestruye cada cierto
Tiempo,
Ceniza de las cenizas,
Un país que se olvida así mismo
Que se borra así mismo
Y niega a sus muertos
Para sobrescribir su historia
Con nuevos muertos.
La mentira,
Perenne bofetada,
Camina libremente
Por los ministerios,
Por la asamblea nacional,
Por los juzgados,
Por los toldos de la casa presidencial.
Vivo en un país donde las
Calles ensangrentadas
Se lavan con sangre
Y las artesanías
Que venden a los turistas
Las pintan con sangre.
Un país que escupe sangre
En sus discursos
Y escribe con sangre
En las aulas de clase,
Un país que compra sangre
En los supermercados
Y en las tiendas de ropa,
Mientras las verduleras
Cargan sus canastos
Llenos de sangre.
Un país que baja la mirada ensangrentada
Cada diez, veinte, treinta, cuarenta años…
Un país silenciado,
Un país que no es ni mío ni tuyo
Es del empresario…
Los buzones del correo
Se pudrieron
Porque no les llegaba ni una carta,
Las cabinas telefónicas
No sirvieron más que para adornos.
Los puentes peatonales
Se convirtieron en inodoros públicos
Y ahora son casetas policiales.