Murialdo Chicaiza

ODA A GALILEO

Galileo observa las cosas

con sus ávidos ojos las abarca

siente el pulso en vaivén de su corazón

cuenta su ritmo y los imagina en ondas

Galileo cuenta e imagina números en el aire

mira las flores y los números se hacen color

mira las aves y se hacen ingrávidas

cuenta las estrellas y desfallece de admiración

solo es un niño enfrentando al misterio

la geometría de los pétalos le emociona

Galileo sabe que la clave está en la medida

que todo está escrito en un solo lenguaje

e intenta descifrar su código

toda la materia puede ser medida

de alguna forma o de todas las formas

Galileo intuye que los números deben

tener un dios que los calculó antes del tiempo

sabe del orden desordenado del mundo

desde una eternidad de fuego

piensa que el tiempo es un péndulo infinito

en el vaivén de la piedra atada a su costado

el tiempo que todo lo cuenta y aniquila

Galileo cambia las variables y deduce

cambia las piedras y varía la longitud

todo lo traduce a fórmulas

inventa el plano inclinado

Para ralentizar la caída de los cuerpos

Galileo domestica la luz y las imágenes

se agigantan en el infinito

descubre puntos focales y nos trae lo invisible

Galileo descubre el redondo péndulo de la Tierra

su giro misterioso en la nada que tiembla

todo cumple períodos y se mueve

y sin embargo se mueve dice a la Gran Piedra

y sin embargo Galileo conoce la verdad

Galileo sabe de las imperfecciones de la Luna

sabe de la insignificancia del hombre

sabe que somos grava en caída libre

a la esfera terrestre no le interesa los pesos

todos caen con la misma aceleración

el elefante y la pluma son indiferenciables

todos terminan en el abrazo del polvo

Galileo abandona la medicina

y se entrega a su amada filosofía natural

pasan los años en el péndulo invisible y constante

Galileo se retira a descansar

y siente que su corazón pierde el compás

así es Natura piensa cansado

mientras sus sagrados ojos se cierran por siempre.