Vancouver

De madrugada

Quien pudiera escapar
de las noches de insomnio,
de los atardeceres soleados,
quien pudiera escapar de los sueños que se han vuelto pesadillas, de las risas incomodas, y los amores no correspondidos. 


Quien pudiera escapar de las pantallas en la noche, luciernagas sobre la almohada, se transforman en ideas que atrapo entre mis dedos.


Quien pudiera escapar a la inocencia de soñar con las estrellas, o de la inconsciencia de jugar con fuego.


Quien pudiera escapar a la torpeza y el descaro de querer inmortalizar todo en un verso,
por arrogancia, o quizás por miedo, 
de olvidar como sonaba mi nombre saliendo de tus labios, debajo de las sabanas.