Francisco Barreto

AHORA QUE SOY VIEJO



(Extracto de la Oda AHORA QUE SOY VIEJO)

Ahora que soy viejo
me miro desnudo en el espejo
y me parezco mas a mi Padre.
Con sus huesos largos
y la carne enjuta.
Con sus canosos aladares
haciendo juego con su barba rala
y el porte solitario
del que se le escapa
la existencia con el alba.
De aquél que agota la última pagina
de su cuaderno de desideratas...

Parado en medio de sus espejuelos gruesos
aportillados entre sien y sien, a mi en él me veo,
absorbiendo por la vista
los rigores de la ancianidad...

Ahora que soy viejo
me miro en el espejo
y me parezco mas a mi Padre
Es ahora cuando conozco por detrás los bastidores
donde marionetas desconsoladas movieron cuerdas inclementes
en el teatro cotidiano de la vida.
Ahora he visto por mis ojos
la sementera de los miedos
la cantera del dolor
Y empiezo a distinguir desconfiado
la mentira "Blanca" y el simulado pudor
el comentario susurrado
de aquellos que de manera impune
apuran el final de fiesta
a mi otrora lánguida destreza

Me toca solo ya,
llevar escotero por la vida menguante
la alforja repleta de disensos y de dudas...

Ahora que soy viejo
me miro en el espejo
y me parezco mas a mi Padre

El sentido común y la prudencia
han hecho nido sobre mi cabeza
La prudencia es mi aguzada consejera.
Que lástima que ahora cuando el oido tonal se agudiza
son pocas ya las melodías que se escuchan.
Ah; y cómo aumenta la voraz pasión
por el Yantar,
mientras la molienda demorada.
de las muelas que subsisten,
evidencian la humillante decadencia
de los pobres últimos días
de mi arrogante vanidad.

Ahora que soy viejo
me miro en el espejo...
y me parezco mas a mi Padre
Cuando es mió el turno
de cavar la fosa penitente
adonde tirar el exceso de equipaje,
las ligaduras de aflicción.
De lanzar el arrebato hedonista
en el último minuto del partido,
y abrir la puerta franca
al nuevo inquilino amedrentado
huésped indeseado
de mi Ego paladín.

Llegó la hora de lanzar
a la fosa caliginosa y gris
que recibe rauda el excremento de los diablos
las inconsolables cicatrices impotentes
de aquellas heridas todavía resistentes
a la luz brillante del perdón...
Solo y caviloso, espero agotado
en la entrada del túnel tenebroso
al negro compañero de mi viaje.
Aguardo en la fuente misteriosa
que recoge los cántaros quebrados
a que el Cuenco de Oro
rompa la Cadena de Plata
y la Rueda de mi vanidad,
la que dispone el tablero de juegos
sea rota sobre el Pozo
del que hablára Salomón...

Husmo presuroso;
caballero de la muerte acechante,
que das paso a la gangrena,
a la necrobia y al vil gusano devorador.
Devuelve a la Tierra...
Lo que es de la Tierra
y a DIOS lo que de Él
salió un día...

Ahora que soy viejo
Ya casi no me acuerdo de mi Padre....

Francisco Barreto


Playas del Mar Caribe; Octubre del 2000