Alfredo Santino

Gigante dormido

Cerril y cruel me sigues golpeando 

Terca nostalgia que al quebranto aspiras

Habrás de conocer en este día

La aleación alquímica de mi ánimo

 

Las voluptuosas formas de nuestra ilusión colectiva

Jamás habrán de demorar el cénit de la vigilia,

de mi consciencia olvidada, de mi ilustre letanía

 

Fulguroso reside en este pecho

los recuerdos de un gigante glorioso

¡Es el alma, soy yo mismo dormido!

 

Calmos, mis oídos intuyen el tañer de las campanas

Que de albor presagian una nueva era llena de esperanzas

que los hijos de Dios, dormidos, decidieron olvidar

 

Existe una diosa virginal y diáfana
Que ningún holocausto pide o reclama
Cuyo templo pronto yo he de encontrar
y habitarlo y llenarlo con lo mío
para despertarla del vano sueño
con uno de esos tantos besos míos
que hacen milagros como en los cuentos de hadas.