Jorge Briceño

Voz de aliento

Los fantasmas me están sometiendo en las madrugadas,

me dicen, agarra la daga que es tu lápiz mordisqueado y enfréntate

a esa maldita hoja en blanco de una vez por todas.

Me exijo ser claro, no quiero más mentiras, ya estoy harto; no puedo abandonar

esta virtud que se me ha entregado: esta sed insaciable de ser escuchado.

Estuve leyendo lo que he escrito, hay demasiado que corregir, y no pude evitar

sentirme sombrío y sobre todo, defraudado.

Pero a todo esto, debo continuar, ignoro si a las gentes les resulta valiosa esta osadía;

mas seguiré apostando por esto,

por esto que no es nada; pero es algo.

Heme aquí, en un sórdido hueco que es mi cuarto y lo entrego todo, me libero, respiro y sigo.