Ruth García

Déjame.

Palabras cortas para expresar mi amar,
miradas insaciables de tu inigualable belleza,
caricias eternas con las que me voy a condenar,
pues de ti quiero esa fragancia a pureza.

 

No pido más que tu piel fundida con mí ser,
que nuestras manos sean la cuna del amor.
Y que el tiempo deje a nuestros cuerpos caer,
sin perder la juventud y la libertad del cóndor.

 

Quiero sentir el suave tacto del amor ¡tocando el corazón!,
las miles de mariposas encontradas en un beso.
Un beso profundo como el dolor alojado en el balcón,
que sabe y narra, cómo de este amor soy preso.

 

No te culpo a ti por mi sentir, culpo al destino por darte belleza,
no de esa que encandila la pupila y llama cada segundo a mirarte.
Hablo de aquella que te envuelve con tremenda destreza,
te arrebata el respirar y hace nacer el deseo por habitarte.

 

Quisiera descansar en tu regazo,
Y arrullar mi sed de amar al compás de tu palpitar.
Que tu pecho sea almohada para mi descansó,
y el calor ponga tibia la piel helada por el caminar.

 

Veo en tus ojos luz para mi oscuridad,
ternura que aplaca la ansiedad del que pasara.
Si un sí, significa avanzar para estar a tu voluntad
y hagas de mí ¡felicidad o ilusión que no caminara!.

 

Dejarme avanzar a tu lado en esta oscuridad,
deja estrechar la brújula que guiara los mares.
Esos, que nos esperan para navegar a tu voluntad,
y no para apreciar desde el muelle, que de mi te alejes.

 

No busco perfección, te busco a ti por ser inefable,
por hacer nacer inconmensurable mi querer.
Prometo que no es efímero, pero si inescrutable,
pues solo tu lograste hacerme frágil y ante ti caer.