Jesus Alejandro Reina

Un poema oscuro

Presiento que vienen versos por ahí,
versos bañados de sosegadas tristezas.
Versos que se esconden en espinosas malezas...
Las mismas que me hacen sonreír.

Veo venir de los rincones oscuros
sonetos divinos, excusas banales
filtros excepcionales, actuaciones magistrales.
Y lloran sin tregua mis sueños mas puros.

De igual manera, serán versos fríos
chocarán contra las tardes de muerte naranja,
huirán al tocarlos, se evaporarán sin tardanza...
Tal vez se diluyan sobre mis labrantíos.

Sin mucho esplendor en mis letras respiro.
La farola no encendió nunca más,
me he convertido en el bastardo del verbo amar
¡Misericordia pido, en la piedad confío!

He vuelto al arado en mis arterias,
bebo en el bar del lamento escueto,
ahora vivo en la casa de lo dantesco...
El olvido fallece, el dolor monta sus ferias.

La muerte ha hecho campaña
tras la capitulación de mis fuerzas.
Entrego al destino mis débiles destrezas

 no sin antes purgar mi mala entraña.

Presentía que todo trataría de ti
pero solo puedo versar en oscuridad imperial.
Mi viejo amigo, nunca vimos la aurora boreal
mientras nos olvidamos que se tiene que morir.

Este sería otro poema limpio en amor,
pero el papel solo aguanta mi galaxia sombría...
He de liberar mi infamias, astillar mi agonía
Al mismo tiempo que mi cuerpo no palpa tu calor.

Este podría ser mi mejor poema creado,
pulido sobre la caprichosa belleza de la rima
que hasta ahora solo me lastima
con el ahínco feroz de un león dorado.

Pero me veo turbado por espejismos
que cobran vida cuando desapareces.
Me corto con corazones de cristal a veces
y se inunda mi razón con la inmensidad de miles de abismos.

Reina la madrugada con impotencia
cabriolas y embestidas dan las brisas
que silban contundentes y lisas
Sobre los árboles cargados de inocencia.