Diego Herlein

No habré II

No podré preguntar por la princesa triste
ni bajaré al río con la bella mozuela;
ni podré llegar al cielo  de la rayuela,
no comerán los ruiseñores  de mi alpiste.

parcos y distantes los espejos esquivos
no  dirán  del rayado tigre los secretos,
ni verdes jardines habrá cuyos senderos
se bifurquen in æternum, ni vendrán  argivos


de luchar por enojos  en lejanas tierras.
No turbará mi mente orgullo ni prejuicio;
el negro cuervo no trastocará mi juicio
ni vendrán marcianos a plantearme guerra.


No habrá canto a los hombres ni para sus armas
ni tampoco a la cólera banal de un hombre;
no habrá tal maravilla alguna que me asombre
en lo profundo del vinoso mar en calma.


No habré de viajar yo disparado a la Luna
ni al rojo Marte; ni a Júpiter o Saturno
no viajaré a lejanos mundos taciturno
a montar gusanos colosos en las dunas.

Habré de transitar en cambio ésta, mi tierra
con sus frías noches y sus cálidos días
con sus tristes penas y buenas alegrías
hasta cuando el  destino, o Dios, así lo quieran.