Franklin Sandi

La casa colmena

 

Colmena de varios patios

preñada de puertas celestes y párpados viejos

lamida por la sal de los recuerdos

vuelves.

 

Encubrías a la bella infiel noches eternas

en tu vientre de piedras planas

disimulabas las aceitunas de sus lamentos

sus besos de caramelo

y las begonias

de sus honduras y sus colinas con piel de uva.

 

La cola fría del viento abría los ojos tuertos

de las ventanas

las frutas de hambres tempranas descascaraban

la sed salada de tus sábanas blancas 

y la tía de piernas largas - yendo, nunca viniendo -

inventaba desconocidos vértigos

en el pozo de tu mirada.

 

La aparecida cubierta solo con una manzana

sintonizaba el viento con algún confín oscuro

y las niñas de ropa negra disfrazaditas de pena

rasgaban las vestiduras en las paredes empapeladas

mientras tus ojos niños

se rompían de tanto viento.

 

Los poetas malditos quemaban sus horas largas

marqueteaban los muebles con dedos de cigarro

y otro noctámbulo gris en el tumbado abierto

no podía cerrar los parpados huecos.

 

Ayer pasé y ya no estabas casa colmena

te tumbaron de un golpe

te convirtieron en una sola sombra plana

no te dejaron ni el aura.

        

Presiento que por fin podré dormir tranquilo

ahora que los habitantes de tus entrañas

vagan de día en mis ojos

definitivamente abiertos.