Alexander Perdomo

Preludio

Ella me miró fijamente
y sin mediar palabras
solo silencio,
me amó tanto,
tanto que mi felicidad,
se volvió la suya,
le entregue mi corazón,
sin condición alguna
y con su sutileza
me embriagó,
me enamoró,
día tras día,
pero como tarde que persigue el sol,
mis palabras huían
como cervatillo tras el viento
con el mismo amor,
se diluyó en sus manos
alejándose,
una y otra vez
para solo verla en mis sueños,
en mis delirios de orate.