Historia de un abrazo
Para mi amiga Rosario
Tu abrazo fue mar,
quiso vivir,
fue un abrigo donde esconderse tras los días de frío,
tras los días ausentes.
Fue de esos momentos indecibles
que se quedan en nosotros para siempre.
Pequeños júbilos que se quedan en el alma,
caricias de oro bajo la vida desalmada
que contraen el corazón y lo revierten.
Tu abrazo fue como el día, cresta de ola,
luz al rincón que se moría entre sombras,
arrabales perpetuos de temor deshojando su historia.
Hay abrazos que te contemplan y que se quedan… costó despegarse,
morirse siquiera,
se perdía tu presencia de vida verdadera,
aletargado instante.
Abrazo de vida para quien un día no la tuviera,
O viviera de mentira,
O olvidara sus instintos por debajo de la mesa,
escondidos, atrapados,
junto a esos otros abrazos que tal vez nunca se dieran.
Costó despegarse… de tu abrazo,
quedarme callada en tu silencio blanco,
llorando despacio.
Abrazo tan fugaz y tan largo
que casi no me acordara del motivo para darlo.
Y hermoso… tan hermoso como el mar,
salvaje, irrepetible, cálido,
abrazo gigante e inmortal
bajo la vida clamando.
Aquel espontaneo abrazo
aún permanece en mi piel
y bajo la piel lo guardo.
Mi vida con tu abrazo se queda
y ya no creo en más abrazos como ese
que tú aquel día me dieras.