Juliana Agredo

NOCHE ESTRELLADA

¡Quiero huir!
¡Quiero perderme!
Extraviarme en el arte, desdibujar todas las grietas, besar todas las cicatrices de
mis recuerdos más rasgados.
Quiero desnudarme, quitarme la piel, contarme los huesos, derrocar mis sueños,
restablecer mis fantasías, contar hasta mil para perderme con alguien.
Quiero que me follen los sentidos, quiero que me follen, que aprieten mi torso, me
besen los labios y se aúne junto a mí la respiración de otro cuerpo, de otro ser
existente e inexistente.
Quiero hacerme metáfora en la lluvia y lloverme, llorarme, dolerme, abandonarme
en la soledad y la oscuridad, en el silencio absoluto, en la carencia de ruido.
Que lleguen a mis labios la explosión del éxtasis, que me encuentre sin qué decir,
que se deleiten los pajarillos con mis tan excitados gemidos.
Quiero consumirme, ser fuego, fogata, una llamarada.
¡Que el mundo se quede perplejo!
¡Que no haya tiempo para una fotografía, pero sí el suficiente para componer una
canción!
Quiero ser voz, ese recitar dulce que seduce vuestros oídos, el acto de amor
previo a la caída, la caricia que insinúa un beso, el andar descalzo.
La vida en medio de otra vida tejida hacia el arte.
Quiero ser mi noche estrellada, ese beso de Gustav Klimt, el surrealismo pintado
por Dalí, la oda de amor escrito por María Mercedes Carranza, quiero ser esa
soledad tan desgarradora de Pizarnik, todos los textos que me llevan a mis viejos
amores, a querer quererlos, pero abandonarlos en la distancia.
Las canciones que no recuerdo, los poemas que nunca tendrán título0, las
palabras que me rehúso a desalojar de mi vocabulario.
Sí que me he perdido, pero me ha encantado el vuelo.
Me he enamorado de las cicatrices que me adornan el cuerpo y ahora, aquí, soy
mi propio poema.