Sami Härkönen

Lilith

Señor de todas las lujurias;
permitidme recordarla
como el impío dios la mando al mundo,
desnuda, desde los pies
hasta el pecho,
desde el origen del mundo hasta sus gloriosos senos,
pura como una niña virginal
y yo trastornado de tocarla con vehemencia
hasta que todo su cuerpo implorara mi ser dentro de ella,
!Oh, santísima dualidad!
dejadme recordarla cuando su boca
saboreaba una y otra vez el báculo que engendra la vida
!Cuanto placer! !Cuanta experiencia en esa lengua pura y retorcida!
Hasta la divina providencia
se tentaría de aquel placer pecaminoso a espaldas de dios,
saboreando mi cuerpo
con su jugosa boca divina.
Dejadme que te viole como un animal en celo dulce niña mía,
cuando te sentí entre mis piernas, caliente y chorreante
de vasta lujuria por mi,
mientras implorabas que la sed del pecado húmedo no terminara,
cuando saltabas en mi con vehemencia demoníaca inmoral,
!Oh, vente en mi, dulzura!
coloca tu boca entre mis piernas,
y saborearás el éxtasis del verdadero dios,
dejadme sentirte el sudor de tu ansiada pasión
mientras tus pechos, húmedos de mi esencia quedan,
entro en ti como mantequilla derretida;
!Que sensación tan esplendorosa!
no pares de moverte, hazme sentir tu emoción sin limites
y jamás te arrepientas, porque hasta el mismo nazareno
arde de lujuria en su cruz por vernos en el húmedo coito
mientras dios se masturba pensando
en la magnifica creación que hizo y que prohibió,
verte en cuatro esperando por mi, sudoroso y agitado.
Tu alma dice mi nombre,
grita por mi cada noche en celo,
tu boca añora la semilla que te di aquella noche,
tu vagina no olvida cada golpe, cada movimiento
que te di,
tu me perteneces, tu eres y fuiste mía,
nuestro ritual evoco lo prohibido de los dogmas,
!cuanto placer mi amada Lilith!
cuanta vehemencia inmoral.