Virginia de Albán

CRISTAL SEDIENTO...

 

Cristal, cristal sediento

se vuelve poco a poco

mi cuerpo acariciado por tus manos.

 

Cristal, cristal que lucha

por cada transparencia que lo vence,

se torna cada día

mi cuerpo acariciado por tu gozo.

 

Cristal, cristal que se desnuda

visitado por ti y por la noche,

cristal que rueda por tu espalda

en perlas extasiadas de penumbra.

 

No, no puedo evitarlo:

Mi cuerpo es una luna de cristal

tendida entre almohadones de silencio.

 

La transparencia es cómplice de mí.

Y esta humedad del aire,

 cómplice de mí.

Los labios de la sombra,

 cómplices de mí.

 

Y el aliento del cielo

es cómplice de mí.

Y la vigilia en llamas

del último horizonte

 cómplice de mí

cuando me miras.

 

Es que me vuelvo de cristal total,

del más frágil cristal

que estremece tu aliento,

del volátil cristal

de la vida en tus manos,

sí, cuando me acaricias

y la noche también...