Oceánide♡

Cafetería

 

Desde el día 1 lo vi llegar de traje blanco,
con una sonrisa y mucho entusiasmo.
Yo estaba sentada observando,
a nadie conocía, y el idioma resultó
más complicado de lo que había pensado.
Yo estaba cerca de él también
en el primer evento nocturno.
Y él solitario, en un sillon sentado,
era el momento de hablar de algo,
pero no sabía cómo,
con mi escaso vocabulario.
Los días pasaron, y de nuevo cerca nos sentamos.
Con un asiento libre entre nosotros, comenzamos a hablarnos.
Me preguntaba cosas, y yo me perdía cada tanto.
Pero algo funcionó, ya que al otro día retomamos.
Fotos nos sacamos y de a poco,
nos acercabamos.
Tan alto, tan esbelto,
y con el humor siempre brillando,
es de las personas con las que todos 
quieren para pasar el rato,
y yo no fui la excepción.
Caí en sus manos...
Besos y abrazos, algunas risas
y de nuestras vidas hablamos.
Creo que congeniamos.
Y a su lado, caminando,
noté que habían pocos que supieran tanto.
Siempre me ha gustado que la gente me enseñe algo.
Él me abrió las puertas a otro mundo, otra cultura, otros lados.
Historias, anécdotas e incluso música me llegaron. Y yo, curiosa, lo recibí todo entre mis manos.
Empecé a leer desde mi lado, investigue todos los días un poco, para estar al tanto.
Somos tan distintos, pero nuestros caminos se cruzaron.
Espero verlo siempre feliz, pero también que la vida me lo preste un rato.
En dos años, en otro lado, de la forma que esperaba, o no tanto.
Sólo quiero una tarde en una cafetería urbana,
dónde le cuente que en todos y cada uno
de los cafés que me había tomado,
a él me lo había encontrado.