Nasdlo F. Real

Dra. Mantis

Era de esperarse,

no vine aquí queriendo ser yo

al comportarme como otro,

pero no otro cualquiera

porque sería el yo de siempre.

 

Todo comenzó una noche

en que la tierra quiso besar al sol

y la luna se entrometió para que no lo hiciera,

yo lo vi todo.  

Estuve ahí cuando salió a flote

el sentimiento de un arrugado mar

lleno de medusas

que brillan más que cualquier estrella

cuando algo les molesta,

y estaban molestas conmigo.

Así que salí huyendo de allí cuando subió la marea,

montado sobre un hipocampo

que también tuvo miedo de morir.

 

Estuve mucho tiempo deambulando,

hasta que un gato me invitó a vivir en la azotea

luego de que mi barco de papel naufragara

en una calle oscura bajo una fuerte lluvia

mientras miraba hundirse cientos de letras.

Luego el gato se fue

y me quedé esperando a que volviera

pero no lo hizo.

Una araña me dijo que me fuera

mientras tejía su red sobre una luciérnaga,

pero no tenía a dónde ir.

Así que caminé

hasta que un perro callejero

me compartió un poco de comida

que sacó de un cesto de basura

e hice mi mascota a uno de los gusanos

que en ella encontré,

pero murió a los pocos días.

Estuve de luto

vagando por aquí y por allá,

luego

en un concierto de grillos callejeros

conocí a una mariposa que me invitó a volar,

volamos por todo el parque

hasta que un ave me la vino a arrebatar.

 

Esa noche me quedé dormido en el parque,

al despertar un par de hormigas estaban a mi lado

queriéndome llevar,

pero una lagartija vino a salvarme

así que en agradecimiento

le invité un trago y ella me enseñó a fumar.

Nos hicimos buenos amigos,

todas las tardes nos sentábamos a platicar

indagando sobre el mundo

y lo que había más allá de aquel lago

que ninguno de los dos se atrevía a cruzar.

Fumábamos hierba y bebíamos néctar,

un día perdió su cola en una pelea

contra otras lagartijas,

y murió poco después al resbalar de un faro

al que le gustaba trepar.

La enterré bajo las flores del parque,

solo fuimos ella y yo en su funeral.

Pasado mañana es mi cumpleaños

y pensábamos festejar en un bar

acompañados por algunas libélulas,

creo que le voy a extrañar.

Fue así como llegué aquí,

creo que estoy enloqueciendo

y aunque usted es religiosa Dra. Mantis,

considero que en mi vida Dios no tiene lugar.

Vine

porque me lo aconsejó una piedra,

y porque las moscas me han dicho

que es la mejor psicóloga de la ciudad.