Iba la dulce princesa por un camino empedrado.
Iba en la noche tan fría y sola, aunque la cubría un manto estrellado.
Caminaba bajo un color de luto, iluminado con pequeñas velas blancas...
...Sin saber el rumbo de su andar, y junto a ella lo que a su alma acompañaba.
Con su corazón donde casi no brillaba la esperanza,
pidió entonces un deseo la triste Princesa,
tan vehementemente a una estrella pasante.
Cerrando sus lindos ojos de avellana ante la magia de tan brillante astro celeste.
Con su anhelante corazón temblando...
...ahí quedó su capa,
en aquel camino empedrado.