Christian Alondra

Reclusa de mis letras

Penumbras solitarias en medio del oscuro refugio de los sueños,

las palabras flotan en círculos cada vez más estrechos,

el camino para hilarlas es palpable con la punta de los dedos,

pareciesen marañas de letras vivas, crecientes helechos.

 

Cuando el mundo se mueve eternamente a gran velocidad,

mi cuerpo se echa a andar y mis párpados forzados a permanecer abiertos están.

Todo el mundo habla y grita ideas recicladas,

y me limito a escuchar esas letras tantas veces recitadas.

 

Pero el sueño del espiral angosto de palabras se materializa.

Yo no veo gente, escucho lo que sus bocas pronuncian,

no respiro aire, respiro la palabra que delicada armoniza.

Esas letras alucinadas, ser comprendidas por el hombre denuncian.

 

Mientras ando enloquecida yendo por el mundo,

las letras flota, se entretejen, escabullen,

entre la tierra y el cimiento el surco;

letras hechas palabras, palabras que convertidas en oración construyen.

 

Esas letras importunas las contemplo a todas horas,

y la gente pregunta cómo puedo estar presente,

y percibirme a la vez tan distante, tan ausente.

Es que de ellas soy reclusa, presa de mis letras y sus floras.

 

Que como sueño ese espiral comenzó a ensancharse,

ahora no hay lagunas ni vacíos que las oraciones no llenasen.

Se presentan entre partículas del agua y aire,

y murmuran a la vez, queriendo disputarse, el valor de sus mensajes.

 

Letras mías, reflejo de la extensión de mi alma,

quienes iniciaron siendo intrusas de una mente alborotada,

son en este instante el sueño hecho carne

de cada espacio y hora, laberinto y dilema.

Sin sentido por su parte, unidas crearon arte.