walter luis

La planta carnívora

 

Un buen profesor suele ser

pequeño y distraído

frágil y dependiente

de alguien que se  preocupe

ya sea de su trabajo

de sus citas, sus comidas

y que sus gustos conozca

también sus debilidades

esa es la cualidad

para ser buen profesor.

 

El profesor Julio Almanza

estaba especializado

en ese tipo de plantas

caníbales, venenosas

 exóticas y extrañas

y todo estaba en manos

de su hermosa secretaria

que hacía todas la cosas

porque él no se arreglaba

ni en los viajes ni en la casa.

 

Tenía una secretaria

con todas las cualidades

alta, linda y perfecta

buenas formas y carácter

suave y protectora

posesiva y decidida

en todas sus relaciones

lo hacia vivir en sus ojos

 incluso en su voluntad.

Era su amante esposa.

 

El viaje al Amazonas

para buscar nuevas plantas

para aspirar los aromas

de las flores naturales

y encontrar el elixir

que en ellas se esconde

a pesar de los mosquitos

que sin piedad los picaban

fue una nueva experiencia

para el cuerpo y el alma.

 

A la carpa somnolienta

sorprendió el amanecer

con pájaros que trinaban

la bruma sobre las aguas

el rechinar de insectos

y vuelos de mariposas.

Para buscar nuevas plantas

 y descubrir nueva flores

salieron de madrugada

el profesor y su dama.

 

Ella encontró una flor

con forma de campanilla

cuyo perfume llegaba

a provocar los sentidos

y el suavísimo contacto

en los pétalos rosados

era como caricias

de un ángel escondido

mas escondida traición

la tomó desprevenida.

 

Fue que al tocar la flor

ella recibió un pinchazo

de una espina encubierta

que la hizo estremecer.

Sin duda la flor tenía

en su savia una sustancia

con un tóxico elemento

porque la mano se inchó

pidió ayuda y su marido

con protección  la abrazó.

 

De pronto empezó a apretarlo

arañarlo y morderlo

con consiguiente sorpresa

de su amado profesor.

Bebió su caliente sangre

y en una metamorfosis

se transformó en el tronco

de un árbol tropical

manos y piernas torcidas

todas cubiertas de espinas.

 

Bajo la copa del árbol

protegido por su sombra

yacía un cadáver seco

y en el edén tropical

solo pájaros se oían

y el soplido del viento.