Le contamos a los faroles de la ciudad qué tan importante era para nosotros nuestro amor;
nos brindaron su luz en cada parada con la tenuidad del romanticismo entre sus hermosas calles.
Nos dijimos promesas entre besos, y sólo fueron testigos nuestros labios.
Ven! Bésame la boca con tus besos de azúcar y embriágame con tu perfume.
Ya la luna me envidia! Qué gran amor! Que lindo sueño!
Mañana quiero soñar otro paseo más, contigo!...