McNav

El día que pude ver...

Un día desperté,

Abrí los ojos, pero,

No como de costumbre...

 

Esa mañana los abrí de una manera distinta,

Tanto, que la gracia entró en ellos

Y con gracia pude ver...

 

Vi cosas maravillosas.

 

Vi como el sol derramaba colores,

Preciosos, colores brillantes,

Se dirigían hacia las nubes,

Que pálidas, como de costumbre, 

Ansiaban recibirlos. 

 

Con esta bella impresión cerré los ojos 

Y me dormí, iba a un largo viaje.

 

Cuando volví a abrirlos;

 

Vi una libélula gigante,

Sí, gigante, sé que la vi, se los juro

Dios no me dejará mentir, 

Él la creó para mí.

La más grande de todas las que he visto, 

Indescriptiblemente orgullosa de su hermosura,

Volaba en el cielo azul, tierno, ilimitado, 

Sus alas eran de color salmón, las de adelante,

Las de atrás no las vi...

Desapareció, como magia, como nada...

 

Fueron los segundos más emocionantes desde hacía mucho.

 

Volví a cerrar los ojos para enjaular 

La imagen de mi libélula en la mente.

 

Cuando desperté me encontré en una plaza de faroles rodeada de gente linda,

De alguna de ellas aprendí que decir la verdad enoja a quien la escucha,

Que pidiendo se gana lo que se necesita

Y que si uno quiere algo se debe de levantar.

 

Vi a una madre luchar con sus dientes por comida para sus hijos,

Vi el dolor en los ojos de un ser 

Causado por la mirada de desprecio de los ojos de otros seres hacia él.

 

No todo lo que se ve es agradable.

 

Y luego, después de eso, vi la lluvia

La vi, 

vi cada una de sus gotas caer...

Y mientras todos corrían al abrigo de sus láminas frías,

Me quedé y a cada una la sentí.

 

Fue un día maravilloso, todo lo que vi,

lo que aprendí y sentí, 

inundó mi alma,

Así como la suma de las gotitas inundó esa tarde la cuidad.