Explora mi mirada, no preguntes nada,
toma en tus manos mi cabeza insensata.
Invádeme la boca, dame a saborear tu veneno,
que embriaga mi sangre y da calor al cuerpo.
¡Bésame!. Recorre mi cuello, desgusta mi piel;
mis cabellos en tus dedos, suave y con avidez.
Estrecha con fuerza tu pecho contra mi pecho,
deja que sienta la vehemencia de tu deseo.
Busca mi piel bajo la ropa, desnúdame sin prisa,
haras que mi sangre fluya y se llene de dicha.
Deja que te toque, sultilmente alimentaré tu apetito;
ríndete ante tus instintos, siempre tierno y con brio.
¡Así!. Desata mis demonios, hazme arder y caer,
llévame a tus infiernos y, sin permiso, fúndeme.
Los ojos cerraré, para no verte, sólo sentiré;
soñaré en secreto, no lo sabrás, no lo diré...
Creeré que eres mío en cada abrazo, en cada gemido;
pensaré que eres mio cuando sucumbes conmigo.
Para ti, sólo soy puerto dónde te proteges,
esperando que la tempestad al fín cese.
Para mi eres el fuego que arde en mis venas,
que hace latir mi corazón abatido en penas.
Fecha 12.03.2018