Ay, amor, amor hallado de entre las piedras
como perla que surge entre un montón de ostras.
Te amo, amor, no por ser perla sino por rara,
porque llegas sorpresiva e inesperada
como un premio al pescador que dedica su vida a la pesca.
Eres el premio inesperado al esfuerzo obligado;
la valía de la labor diaria.
Eres ese regalo que la vida entrega solo por vivirla
Ay, amor, te digo amor como quien dice vida
porque vivo por la vida y ahora por amor,
el amor de amarte, vida; de amarte porque vivo
y más vivo porque te amo.
Así el aliento de vida me lo entregas en un beso
y besándote, vida, vivo el amor de amarte.
El simple amor de amarte,
Que aunque suene simple deviene complejo.
Como una lección no aprendida,
porque amarte es también lección de vida.
Ay, amor, amor silente, que sin fanfarrias y sin estruendos
conquistas terreno que tocas y te colocas con estandarte
a reclamar las patrias ajenas.
Ni belicosa, ni ultrajante se planta la acción de tu conquista
que germina en los amantes el retoño de la unión violenta,
donde la lucha entre los cuerpos al fin se concreta
y se consumen uno a uno los instintos que le abonan.
Ahí está, amor, tu guerra. Ahí están las batallas constantes.
Ay, amor, amor amada profundamente,
amada desde el viento que te toca
hasta la evidencia misma de tus defectos,
porque cuando los veo, amor, te digo que te amo
desde la definición tangible de tu cuerpo
hasta tu subjetividad tan identitaria
porque, amor, mentiría al decir te amo
si todo en ti fuera perfecto.
Que bien se siente amarte, amor.
Como comerse al sol y ser el día.
Como volverse mar y hacerse inmenso.
Como ser humano y vivir la vida plena.