Renací el día en que yo te amé con efusión
organicé mi mundo al entregarte mi corazón,
necesité tanto refugiarme en esta ilusión,
aprendí nueva enseñanza, amarte con devoción.
Lealtad emerjo, estoy tan ligada a tu fervor,
delirio extenso enfrento, entregada con valor,
amo tus ojos coloridos, inicuos, firmes en mí
narro mi amor con la pasión que a tu lado sentí.
Tú, el anciano que en sus brazos, yo deseo morir,
oro por nuestro amor, inpávido pueda persistir,
navego a utopías , confiando en tu honestidad,
irradia mi alma en tus brazos, ahí quiero vivir,
osada enfrento entornos por nuestra felicidad.
Temía amarte, interfería mi cruel orgullo,
razgué ese ajuar cubierto de temor y agravio,
el ímpetu del amor hermoseó mi universo,
mezclas de actos te han hecho el hombre que añoro.
Ideal encanto esos labios, cubren mis anhelos,
núnca había vivido sentimientos tan hermosos,
ilusionada, enamorada, odisea sin par,
optar a la ruptura es el ancla para expirar.
Jamás podré borrar esta afición de mi mente,
anidas esta pasión cautiva de forma perpetua,
rebosa mi corazón al saber que te corresponde,
quiero agradecerte por amar con suma firmeza.
Unidos, cohibidos, con la perfecta naturaleza
inmune se convirtió esta ternura entusiasta,
no olvides mi amor, cuanto te ama tu princesa.
Autor y derechos reservados: Elizabeth García