Antonio Recinos

La nostálgia.

 

Después de todo, la nostálgia es el tacto ausente y aquél tono de voz que ya no se escucha.

La nostálgia viene a ser, como un hongo que surge tosco entre las hojas secas del patio, aparece allí solito y sin mas aspiraciones que la de ser un triste hongo.

La nostálgia por sino lo sabes, es en ocasiones la música primera que amanece y da sorbos a una taza de café tibio y sin azúcar. Luego regresa a la cama y duerme hasta las diez de la mañana para nuevamente despertar y darle otro sorbo al café amargo y sin azúcar, esperando volver a dormir, esperando no despertar jamás, o por lo menos esperar que sufra de amnesia...

La nostálgia no es más que ver pasar ante los ojos la película de una olvidada niñez. Ver los castillitos de arena levantados por onceava vez, luego de haberles destruido diez veces antes porque no tenían ni el más leve parecido de aquellos que salían en los artículos de revistas.

Nostálgia de niñez, de, arañitas prisioneras, de haberse intoxicado con veinte chocolatinas, de obstinarse al confeccionar una maqueta con soldaditos, verdes y grises, sin tener el mas leve conocimiento de historia militar.

Nostálgia no es más que una muchachita llamada Flora, delgaducha y bronceada por los soles de Marzo de cabellos despeinados y sonrisa pícara... Ahhh, era soñar con ella, esperar a que se hiciera de día solo para ir al patio abandonado, de árboles de mango y marañón.

Para mí, la nostálgia no es mas que un adagio con aura de verdad. Un montón de sollozos que reunidos van detrás de una doliente procesión que parte con un paso irritantemente falso pero dispuesto a llegar a un destino, que no es tal.