Guerrero Joseph

I

Por que te aferráis a mi -aulló el poeta contra la musa-
¿Es tu juego, una broma?
¿Acaso, de verdad lo sientes?
¿O solo deseas de mi, mis versos?
-La musa grito arrestada por el horror-
¡Tu poeta, eres el occiduo que derramo en los arraigados y serviles mansos arreboles!
Eres... -Pero estallo un silencio a labios del poeta-
¡Mientes! juegas a inspirarme para robarme mis liras y odas.
Despliegas los mas bellos cejos que sobre protegen el dulce amanecer de tus ojos para inhibir me, juegas a arrancar me mis letras y luego me dejas en estable depresión.
Oh! Poeta, calla tan duras palabras que hieren, ablanda tu corazón y fluye a latidos del viento tu vital aliento, de ti anhelo mas que tus vers.. -se afilo con vos ronca plausible y proclamó el poeta-
..versos?
Así que eso es. Anhelas mas que mis versos?
Deseas que en el dilúculo te destape mi caligine?
Y cuando te empape de mis temores, fallas, angustias, miedos y tiembles de frío, no te iras al compás de tus huellas? Te quedaras en la tempestad?
O me dejaras con el silencio de tu silencio, de nuevo?
Esas últimas palabras fueron absorbidas por el despreocupan te lloviznar que iniciaba a medida que la musa y el poeta a los ojos se apuntaban.