La tierra se cubre de éxtasis luego de que cae la lluvia;
Hay olor a agua, a pureza, a cemento rústico y limpio
A calle, a árboles llenos de vida que armonizan con el frio.
Luego de que cae la lluvia hay una reinante calma,
El espíritu se apacigua y el cuerpo palidece,
Solo quedan los sonidos lejanos de los transeúntes
que arrullan con sus pasos a los que adormecen.
El agua remanente adorna el suelo con delicadeza,
se hace espejo en los andenes, decora de brillo la lejanía;
las pisadas se convierten en destellos de colores
que marcan el camino hacia las desgastadas letanías.
Después de llover, la luz se cuela entre las nubes,
El cielo se despeja en una colcha de retazos,
El gris pálido fondo se degrada al azul ya conocido,
Y yo inhalo profundo hasta quitarme lo oxidado.
Después de llover siempre espero mi turno
Para participar del paisaje despejado
Y busco entre los caminantes a alguno
Que llegue y se quede a disfrutarlo a mi lado.